Alarmante aceleración del derretimiento de glaciares en el campo de hielo de Juneau, Alaska

Un estudio recientemente publicado en la revista Nature Communications revela que los glaciares del campo de hielo de Juneau, ubicado en el sureste de Alaska, están experimentando un derretimiento a un ritmo mucho más rápido de lo anticipado, lo que podría llevar a un punto de inflexión irreversible.
Investigadores de la Universidad de Newcastle han observado que la pérdida de glaciares en esta región, al norte de la capital de Alaska, se ha acelerado significativamente desde 2010. Según el estudio, el volumen del campo de hielo disminuyó al doble de la tasa anual registrada entre 1979 y 2010 durante la última década.
Bethan Davies, profesora titular en Newcastle y responsable del estudio, advierte que el adelgazamiento continuo de los glaciares de la meseta de Juneau, combinado con el retroceso del hielo hacia niveles más bajos y un clima más cálido, podría desencadenar procesos de retroalimentación que impidan la recuperación futura de los glaciares.
El campo de hielo de Juneau, extendido a lo largo de la frontera de Alaska con la provincia canadiense de Columbia Británica, ha perdido aproximadamente una cuarta parte de su volumen de hielo anterior desde 1770, según registros históricos.
El estudio también revela que todos los glaciares cartografiados en 2019 han retrocedido con respecto a su posición en 1770, con 108 glaciares que han desaparecido completamente. Los campos de hielo de Alaska, especialmente vulnerables debido a su forma plana y de meseta, enfrentan un riesgo particular por el derretimiento acelerado causado por el calentamiento global.
El derretimiento de los glaciares en el campo de hielo de Juneau no solo representa una pérdida significativa de masa de hielo, sino también una contribución considerable al aumento del nivel del mar, lo que representa una amenaza para las comunidades costeras en todo el mundo.
Los investigadores subrayan la urgencia de acciones globales para mitigar el cambio climático y proteger los ecosistemas vulnerables como los campos de hielo de Alaska, cuyo futuro está directamente ligado a la estabilidad climática a largo plazo.